domingo, 9 de diciembre de 2018

Un paseo hasta el Hoy

Cuando era niña decía que de grande sería "veterinaria y bailarina". Que de mañana atendería animales y a la tarde bailaría. 
Estudié Ciencias Biológicas. Me gradué con el título de "Licenciada en Biología". Lo único que quería era salvar el mundo de los animales. De chica me guardaba los bichos bolita en el bolsillo y desenterraba a cada rato mi tortuga muerta para ver cómo estaría. Como bióloga inicié y terminé mi trabajo con tortugas marinas, con una gran pasión y vocación. Descubrí una verdadera felicidad sintiéndome plena y dándome cuenta, de que, cuando uno hace lo que AMA y siente plenitud en eso, el resto está cubierto.
Poco me duró, o fue una forma de verlo. Fue lo perfecto y justo para ciertos aprendizajes. Yo creía que tenía la vida hecha, y que por ése camino iría hasta el final.
La vida levantó la palanca con la cual los rieles marcan otro camino.
Al caerse una propuesta de trabajo en Costa Rica con tortugas, me fui a Córdoba a tomar un curso de "Lectura de Aura". Mi alma ahí sonrió. Entré en una frecuencia muy conocida para mi corazón. Pero mi mente se confundió.
"¿No eras Bióloga? ¿Qué vas a hacer ahora? Tenes que elegir."
Algo dentro mío se rompió y no sabía para dónde salir.
Así y todo, seguí haciendo cursos del estilo. La corriente me llevó. Cada tanto recordaba que "era" bióloga y mis pensamientos buscaban un área posible para desarrollarme como tal. Pero mi corazón no lo encontraba. 
Fui aprendiendo más y más técnicas de sanación, y encontré mi plenitud acá también. Compartiendo mi expresión y ayudándonos a conectar con el AMOR.
Un día fui MADRE. Y todo se me desmoronó ante los ojos. No más tiempo. No más viajes. No más independencia. No más libertad.
Así fue como viví el primer año de Mora Luna.
Una crisis profunda que me hizo hacer florecer desde el barro. Con una expansión de mis habilidades, con un reconocimiento propio como Ser y no como "qué hago para Ser".
Me encontré verdaderamente conmigo (y lo voy a seguir haciendo), sacando para afuera todas esas energías que no me dejaban mostrarme ni salir desde mi corazón. A eso llamo barro. Creí que iba a estar atada a ese presente de por vida, hasta que alguien un día me dijo: "Hoy no es siempre". Y ahí, mis neuronas se expandieron de felicidad, tomaron aire profundo y solté. 
Me di cuenta de que ése momento, también pasaría. Que mi hija iba creciendo, y que nuestro lazo se iba alargando cada vez más. Que era un momento de mi vida muy intenso, para CRIAR.
Y entonces ahí fue cuando llegó Amanda. Con una mirada diferente. De alegría y disfrute. Y así lo estaba viviendo yo. Tratando conscientemente de recomponer mis espacios rotos, poniendo luz en cada agujero que en mi vida me acompañaron, y que en éste puerperio se mostraron más amablemente. O más amable estoy yo conmigo misma. Pude cultivar en éstos últimos años la manera de amarme y abrazarme en los momentos malos.
La reparación de mi Ser estaba siendo más compasiva y amorosa. Esta vez, era yo misma levantando mis partes, con claridad, paciencia y dedicación.
Y al mismo tiempo, criando, cuidando, alimentando, limpiando y todo lo que se refiere a dos hijas. Y una familia. 
Mi admiración a la energía femenina es total.  Abarca un gran poder para SOSTENER, NUTRIR y LLEVAR la vida.
Doy GRACIAS a mi presente. Me encuentro FELIZ en mi camino y así seguiré floreciendo....!

No hay comentarios.:

Publicar un comentario